Soy gente de teatro, siempre lo he sido y seguro estoy que nunca dejaré de serlo, por eso me permito escribir lo siguiente respecto a la obra de teatro (así la anunciaron) "Tito Vs La obesidad", presentada nada menos que en el Teatro Ma. Luisa Ocampo de Chilpancingo,, el pasado miércoles 11 de diciembre del año en curso.
La invitación se hizo a casi todas las dependencias para que en punto de las 18 horas estuvieran presentes y presenciaran la mencionada "obra de teatro".
Estuve puntual en el lugar, pero observé cierta desorganización pues a la entrada nadie te recibía a pesar de que había stands de la Secretaría de Salud referentes a la temática que se infiere desde el título del evento. Esa "cierta" desorganización, se convirtió en pocos segundos en una indignante frustración pues con solo acceder a la butaquería del inmueble observé que las cuestiones técnicas apenas estaban siendo instaladas, revisadas y probadas: jóvenes corrían con micrófonos, cables, cámaras y computadoras portátiles, de manera obvia sin disimulo alguno para las 50 personas que ya estábamos ahí (incluidas las de las dependencias pertenecientes y staff del grupo de teatro).
Pregunté a uno de esos jóvenes si el grupo que representaba la obra era de Chilpancingo y me respondió con un "creo que sí" (posteriormente supe que el chico era parte del grupo). Sin saber que pensar de esa fatal primera impresión, decidí quedarme parado a la entrada por si me veía obligado a salir corriendo.
Desde ese sitio puedo darles claros detalles de la improvisación y desorganización que prevaleció en el evento y lamentablemente en la obra de teatro. Personal de la SEG (dependencia organizadora del evento) instaba al grupo de teatro a resolver la ausencia de un par de "actores", el maestro de ceremonias no creía que ante la demora y la falta de información por parte de los responsables las personalidades que iba a presentar fueran a estar presentes (incluían hasta a la Presidenta del DIF Guerrero, Laura del Rocío Herrera de Aguirre). Pruebas de audio con el público. 6:30 pm y no se daba ni la primera llamada. Las 3 pantallas colocadas para el desarrollo de la obra de teatro proyectan a ratos una película de acción. La responsable institucional directamente encargada de la logística del evento preguntando y pidiéndole a uno de los actores que le dijera que iba a pasar porque no llegaban dos actores. Personal de la SEG viendo quién de ellos iba a ponerse uno de los "trajes" durante un minuto. Resultó que uno de los actores que esperaban llegó 10 minutos antes de las 7 y ser un conocido mío de nombre Carlos, un percusionista que me saludó diciendo "Aquí haciendo teatro aunque no seamos actores" (¿?).
En tanto en el vestíbulo del Ma. Luisa Ocampo, la titular de la SEG hacía tiempo con el personal de Salud quienes llevaban información para una mejor alimentación, aparatos y personal para revisión de la presión, medición de la diabetes, etc.
Y lo peor de todo es que la puesta en escena no sólo fue acorde a tal desorganización e improvisación, sino que fue peor: los actores (que ya me había confesado uno de ellos "no son actores") el único mérito que puedo darles y que realmente tienen es el descaro de cobrar por ese tipo de trabajo (ni siquiera el de plantarse ante un auditorio que al final fue superior a las 100 personas, pero que estimo un 30 o 40 % eran trabajadores de las dependencias participantes). Sin concepto de dirección, ni trazo, ni intuición de los intérpretes del texto. Inicia la obra advirtiendo de escenas muy fuertes sobre el bullyng en las aulas (confundiéndome si la obra era contra la violencia en las aulas o contra la obesidad). Cero creación del personaje (pues era confuso saber si era un joven o un niño el mentado Tito); la estigmatización del "obeso" confundiendo al público si era retrasado por comer todo eso o por si quizá alguna vez había sufrido un golpe en la cabeza); la satanización de la comida chatarra como la culpable de que haya tanto gordo y no por una mala cultura o decisiones alimenticias; largos enlaces entre cambio de escena (incluso aquellas que no incluían movimiento de los muebles que usaron); "actores" que hablaban tímidamente a pesar del micrófono inalámbrico que cada uno de ellos utilizó; "actores" que bailaban, que daban la espalda al público, que no reaccionaban ante los textos, "actores" con las manos en el bolsillo; “Actores” sin acciones y sin reacciones... En fin un desastre. Recursos "apantalla tontos": 5 o 6 botargas (que parecían se las pidieron prestadas a Boing -la empresa de los jugos- mal utilizadas y ni siquiera justificadas fueron de lo mejorcito -a pesar de que la mitad no sabía ni bailar-), las 3 pantallas, el despliegue de los micrófonos.
Presumo de ser uno de los principales promotores del Teatro como vehículo de comunicación institucional, como creador teatral y como trabajador de una institución gubernamental, lo he hecho y es mi intención seguir haciéndolo. Hace unos años trabajé con la FEPADE, con la PGR Guerrero, SEJUVE, SEMUJER, con productos hechos a modo y a la medida; estoy seguro que una obra de teatro concebida como una estrategia que refuerce la misión y visión de la Institución es éxito garantizado, pero no así, no como lo hizo este grupo.
Tito Vs la obesidad, vacuna contra el teatro, no sólo al espectador, sino a la dependencia que quiso apoyar este proyecto, el contenido no basta (sino que impriman más folletos, carteles, trípticos, lonas, etc.); un proyecto así debe ser una buena conjugación de contenido-forma-talento, sino NO SIRVE, no funcionó, ni funcionará.
Tito Vs la Obesidad… pretenden llevarla a todo el estado, aunque la gente sea ingenua, aunque no haya una gran cultura teatral ni en Chilpancingo ni en todo el estado, el público es inteligente y se moviliza; que no se autoengañen las autoridades responsables y el grupo teatral, que no porque escuchen algunas risas o elogios de gente que no tiene la menor idea se la crean, porque seguramente -como siempre que las cosas están mal planeadas- se irán a pique y tocarán fondo, cuando se presenten en espacios donde la proyección en sus pantallas no se vea (que en cierto momento es de lo poco rescatable de la obra), cuando los vean funcionarios que conocen el tema, que conocen el arte y la cultura... En conclusión: que no se pongan en evidencia con este trabajito, porque he conocido grupos de secundaria y primaria con mayor entusiasmo, vitalidad, talento y ganas que el que nos "obsequiaron" este pasado miércoles la SEG y el grupo en cuestión.
CONSEJO: (para la agrupación teatral): Del dinero que van a obtener paguen asesorías, inviertan en talleres de capacitación (términos y conceptos teatrales básicos, actuación, voz, creación del personaje, hasta lectura -porque les hacen mucha falta).
Para la dependencia: pregunten del prestigio del grupo, indaguen en su trayectoria, valídenla, no permitan que los engañen, no compren “espejitos”, involúcrense en el proceso creativo para evitar el fracaso, asesórense de terceros, no busquen gente que esté dispuesta a darles una parte del presupuesto, porque también les darán solo una parte del Teatro.
Y el Teatro (sea profesional, semiprofesional, amateur, estudiantil) se hace con pasión y RESPONSABILIDAD, no como en Tito Vs la obesidad.
La indignación también se da porque a agrupaciones serias no se les da cabida en espacios como el Teatro Ma. Luisa Ocampo, el apoyo para los grupos de teatro que trabajan seriamente es mínimo. Nuestro Teatro en Chilpancingo, claro que también es suyo aunque no lo vea, adolece de espacios, de públicos. Tito Vs la obesidad no abona, sino disminuye, va en demérito del Teatro en Chilpancingo, en Guerrero.
Este tipo de agrupaciones que se conforman para un “jale” como este, son pasajeras, al rato ya no harán teatro, pero habrán cerrado mil puertas en el público, mil puertas en instituciones que podrían seguir apoyando una actividad que lo requiere, que lo amerita, que lo necesita, que puede ser de gran utilidad social no sólo en lo catártico, sino en la generación de conciencia colectiva y movilización y participación social.
Situaciones como la anteriormente descrita vienen a partirle la madre a la labor realizada durante más de 100 años que tiene el teatro en la capital del estado, lacera la trayectoria de los grandes maestros que la historia ya les tiene reservado un lugar y llena de obstáculos el camino a quienes pretendemos hacer teatro con mayúsculas, con profesionalismo, talento, entrega y conocimientos técnicos-artísticos.